¿Es la sostenibilidad cosa de mujeres?

¿Es la sostenibilidad cosa de mujeres?

Menudo melón vamos a abrir hoy… Ya solo el título de este post me ha tenido pensando un rato en qué palabras escoger. Yo soy la primera que lo cambiaría, pero es solo una pregunta. Incluso, puede que retórica. Esta pregunta y el post en su totalidad tienen como objetivo invitar a la reflexión, y no tanto llegar a alguna conclusión concreta.

Nosotras no tenemos respuestas categóricas en lo que se refiere a género y sostenibilidad. El simple hecho de hablar de género ya puede levantar suspicacias. No vamos a entrar en debates relacionados con la abolición del género o cuestiones identitarias, pero entendemos que tratar un asunto como éste ya está atravesado por ese prisma. Desde ya, reconocemos la complejidad de estas cuestiones, mostramos nuestro máximo respeto hacia las identidades disidentes y nuestras disculpas si nuestro lenguaje o forma de exponer el tema no es lo más inclusivo que se pueda encontrar en internet. Pedimos también comprensión en cuanto a que esto es un post de un blog, no un tratado, ni un estudio concienzudo. No pretendemos ser referente de nada. Solo queremos reflexionar en alto e invitaros a que lo hagáis con nosotras.

POR QUÉ NOS HACEMOS ESTA PREGUNTA

Muchas veces nos preguntamos si la sostenibilidad es cosa de mujeres porque trabajamos en un sector donde priman ellas de manera abrumadora. Casi todos los comercios del sector que conocemos los llevan mujeres, también entre las empresas proveedoras. Claro que hay hombres, pero en un porcentaje mucho menor. Esto nos lleva a que las personas con las que hemos colaborado o hecho directos sean, si no me falla la memoria, mujeres en todos los casos. Para reflexionar… Por un lado, es absolutamente lógico que colaboremos con mujeres al ser mayoría en el sector. Por otro, también está bien plantearse si hay que hacer un esfuerzo mayor para que los hombres tengan más espacio en nuestra comunidad y que así “den ejemplo”.

¡Uy! Rascando un poco más en la memoria, recuerdo dos propuestas de colaboración con hombres que no terminaron de cuajar. Con esto no quiero decir que solo con ellos no hayamos terminado trabajando. Pero sí que quiero poner sobre la mesa que no nos hemos cerrado a hacer cosas con ellos. Que sí les tenemos en cuenta, y, además, no desde su condición de género masculino, sino como profesionales, sin más.

Y nos damos cuenta de otra cosa. Haciendo un repaso de los hombres con los que hemos querido colaborar, los que trabajan en el sector y nuestros proveedores, encontramos otra pauta… En su mayoría, no presentan lo que podríamos llamar “rasgos de la masculinidad hegemónica”. ¡Qué cosas! Nos da qué pensar…

Os mostramos el reparto por géneros de las personas que nos siguen:

  

¿Os sorprende? A nosotras sí. He buscado los datos de reparto por género global en Instagram y, en la referencia más actual, cuentan que hay 51% de mujeres y 49% de hombres. Hace unos años la diferencia era mucho mayor, muchas más mujeres usaban esta red social. Vamos que el reparto por géneros de las personas que nos siguen no se justifica porque sean ellas quienes más usan esta app.

Añadimos que, casi todas las personas que se registran en nuestra tienda tienen nombre de mujer.

Y entonces es cuándo llega la pregunta: ¿Es la sostenibilidad cosa de mujeres? Y así surge la siguiente reflexión: la sostenibilidad está estrechamente relacionada con el cuidado del planeta. ¡Ahí está! La palabra CUIDADO. Aparece otra pregunta: ¿Son los cuidados cosas de mujeres? ¡Oh! La cuestión comienza a esclarecerse para mí, pero prefiero no abundar más en ello para que cada cual reflexione desde su perspectiva.

¿NOS DIRIGIMOS A LOS HOMBRES?

Voy a seguir dándole vueltas a la tuerca. ¿Acaso nosotras nos estamos dirigiendo en exclusiva a mujeres? ¿Están nuestros productos dirigidos para ellas? ¿Podría percibirse un sesgo en nuestro discurso? Estaremos atentas, pero, a priori, nos parece que no.

Intentamos utilizar lenguaje inclusivo, aunque lo cierto es que es algo que se escapa muchas veces. Otras, directamente decidimos dejarlo pasar de forma consciente, ya sea por economía del lenguaje o, incluso, por evitar posibles polémicas. Que no veas cómo están las redes…

Cuando hablamos de menstruación sostenible, por ejemplo, usamos género femenino, sí. Solo se me ocurre este ejemplo en el que nuestro mensaje esté dirigido de forma intencionada a ellas. Si bien, en ocasiones, también hemos empleado el término personas que menstrúan, para incluir otras realidades.

Que yo recuerde, siempre que hemos hablado de cosmética o maquillaje, por ejemplo, no nos dirigimos a ningún género.

De hecho, es al revés. En ocasiones dirigimos nuestro discurso o productos a ellos en exclusiva. Por ejemplo, ahora que se acerca el día del padre, podéis ver que tenemos regalos especiales para ellos. Así como algunos productos especialmente formulados para ellos, como esta crema o este champú. Y no fue fácil decidir si los incluíamos o no y, mucho menos denominándolos así, “para hombres”.

¿Acaso tenemos productos para hombres o para mujeres? No. Nos hemos hartado de decirlo en nuestras redes. En el caso de estos productos, además de una cuestión de formulación para el tipo de piel más frecuente en hombres (si es que esto puede estar del todo claro), también hay una cuestión referente al olor del producto. Presentan olores que generalmente asociamos a lo masculino. Los mantenemos y lo hacemos con los nombres que les han dado sus fabricantes porque sabemos que hay personas que los buscan así. Y, aún así, reflexionamos sobre todo esto y nos cuestionamos constantemente si hay cambios por hacer.

Y avanzando más en esto… ¿Y si nosotras tenemos que dejar de esforzarnos en incluirles? ¿Y si es responsabilidad de ellos dar más pasos? Definitivamente, no tenemos respuestas a esto.